domingo, 18 de mayo de 2014

El viacrucis de cancelar un producto financiero



En el frenesí por retener a un cliente como consumidor financiero los establecimientos bancarios han empezado a exhibir una serie de prácticas que van en contra de todas sus promesas de servicio. ¿Alguna vez ha intentado cancelar algún producto financiero como una tarjeta de crédito o crédito en particular de liquidez con el banco? ¿Este trámite se le ha convertido en un verdadero viacrucis? Me atrevo a afirmar que la respuesta es un rotundo si!

Hace unos meses atrás viví un desgastante proceso de cancelación de productos con el Banco de Bogotá y lo curioso es que la ley que regula el sistema financiero le ha dado al cliente una herramienta adicional ante dichos establecimientos con el nacimiento de un nuevo órgano externo que representa su voz llamada Defensor del consumidor financiero (Ley 1328 de 2009). Sin embargo, cuando se escala alguna queja o reclamo este pareciera más una dirección dependiente del mismo banco que una representación de nosotros los consumidores. Después de superar tan traumático proceso, quise reflexionar sobre còmo los procedimientos internos de un establecimiento bancario pueden ridículamente acabar con la universalidad de la banca y su razón de ser, así que sólo pude concluir en ese momento que el Banco de Bogotá estaba en la vía contraria y que tal vez dichas políticas podrían responder más a una práctica caprichosa de su gerencia comercial presionados por los resultados a mostrar ante la junta directiva que a una generalidad de la banca en el país. Pero tiempo después me di cuenta que estaba muy equivocado, el evento se repitió nuevamente con el banco Davivienda y posteriormente con el banco BBVA; así que el proceso de cancelación nuevamente se convirtió en un proceso de infinita paciencia.

Las matrices de gestión con las cuales miden el crecimiento comercial de los establecimientos de crédito (que son los que estoy usando para este artículo) se enfocan más en los clientes nuevos y su crecimiento que en la satisfacción de los ya vinculados. Por ello, cuando un banco aprueba un producto a una persona con el fin de bancarizarlo las políticas comerciales son totalmente diferentes a la de la cancelación y cuasi que buscan al cliente esté donde esté, para dejarle el producto en la puerta de la casa si es necesario con el fin de facilitarle la activación y obviamente la disponibilidad del mismo. Pero sesgados por su posición y creyendo que la libre competencia y libre movilidad es sólo un tema de tesis de grado y que sólo quienes tienen derecho para hacerlo son todos los demás menos los consumidores financieros y se han encargado de autoconvencerse que los consumidores son activos con dueño y con nombre propio al estilo de aquella desastrosa y vergonzosa época donde se mercadeaba con las personas como esclavos.

Lo más inquietante de todos estos comportamientos es que la Superintendencia Financiera (Ente que vigila, controla e inspecciona a todos aquellos establecimientos que captan recursos del público) sólo se mantiene al margen de toda esta situación y permiten tan desastroso desmán. Y la triste conclusión a la que puedo llegar con todos estos sucesos, es ver como la libre competencia que tanto publicita la ASOBANCARIA (gremio representativo del sector financiero colombiano) es sólo eso, publicidad, porque son pocos los colombianos los que manejan y tienen claro el conducto regular ante las autoridades competentes para hacer valer sus derechos como consumidores y  por lo tanto exigir su libertad de movilidad dentro del sistema, lo cual profundiza su condena a ser prisioneros de los productos que lo atan contractualmente con el primer establecimiento que les "abra" las puertas del mundo bancario.

Por todos estos abusos es que me veo en la obligación a escribir este artículo para contarle y enseñarle a usted que SI puede moverse libremente entre entidades crediticias y que puede escalar sus quejas o reclamos paralelamente ante el defensor del consumidor financiero y la superfinanciera, porque usted NO esta obligado a permanecer y manejar por tiempo indefinido con un banco sus productos financieros, la competencia también existe en este segmento y usted puede buscar alternativas que le ofrezcan mejores condiciones en todos los términos.

Javier Andrés Alzate M
Trader-Coach-Fundador
EDUBURSÁTIL

sábado, 3 de mayo de 2014

¿Por qué nos cuesta tanto ahorrar?



Un colombiano desde que inicia su proceso formativo se entrena para ser parte de un sistema económico y por lo tanto la mayor porción de esa enseñanza se centra en la manera en que se debe tener mayor propensión al consumo y menor al ahorro y por ende a invertir. Bajo este escenario, para poder sostener un ritmo de consumo que logre satisfacer los antojos y la premura a lo inmediato, recurrimos al crédito como una opción que facilite el acceso a todos esos bienes y/o servicios más deseados que necesarios. Así que quise desarrollar este artículo, tratando de encontrar la causa madre que evita que aparezca la posibilidad del ahorro en nuestra vida económicamente activa. 

Ver como se propagan de manera viral a lo largo y ancho del territorio nacional las posibilidades comerciales de adquirir bienes y/o servicios hoy y pague tres o seis meses después o hasta el año inmediatamente siguiente, no es más que la realidad de una nación que sufre para subsistir con un ingreso que cada día tiene menores posibilidades adquisitivas por el efecto de la corrección monetaria, es decir, la inflación (IPC). Recuerde una cosa muy importante: los salarios –especialmente para los rangos más bajos– los incrementan vía decreto con una inflación (IPC) causada, es decir, pasada y no con una inflación proyectada, esto quiere decir que por el mero hecho de tener un incremento en su salario o ingreso bruto con relación a una inflación pasada no significa que su ingreso real –y me refiero en términos reales en función a su poder adquisitivo– se mantenga o se sostenga en el año en curso.

De esta manera, para poder sopesar ese desbalance que genera la inflación sobre su salario se deben asumir dos posturas financieras totalmente distintas –ambas logran cumplir con ese propósito– los cuales son: 1. o usted posterga esa afanosa necesidad por consumir y ahorra (se entiende por ahorro a la capacidad de retener periódicamente recursos monetarios frente a los flujos de dinero a los cuales esta expuesto) lo suficiente para adquirir lo que desea o 2. Simplemente hipoteca sus flujos futuros al adquirir un crédito doblegado por su ansiedad para alcanzarlo. En una sociedad como la nuestra donde le da más peso a lo inmediato –simplemente mire a su alrededor y evalúe los ejemplos– ¿Cuál cree usted que sería el camino más opcionado a tomar? Así es, nos cuesta esperar y por lo tanto creemos erradamente que es más fácil el deleite del ahora y asumimos la responsabilidad de un crédito, que si bien logra dibujar una sonrisa de satisfacción en el presente se nos olvida las pesadillas que empiezan a formar para el mañana.

De esta forma, sus cuentas del balance crecen a mayor ritmo por el lado de los pasivos (deudas/obligaciones) que por el lado de los activos (bienes productivos/improductivos). Esto sin contar que esos activos que ingresan a su balance en su mayoría seguramente serán bienes que se deprecian y no generan sino gastos; para hacer un ejemplo sencillo, sólo pregúntese ¿Qué pasaría si hoy saliera a vender todas sus posesiones, le darían más recursos de lo que les costaron inicialmente? O por el contrario ¿estos durante el tiempo en el cual los tuvo bajo su custodia generaron flujos positivos de dinero (me refiero en términos de ingresos)?, si la respuesta es negativa, usted está lleno entonces de activos improductivos que sólo abultan sus egresos de dinero y por ende la forzosa necesidad de adquirir más créditos tratando de sopesar esa carga. Lo preocupante de este aterrador escenario es que usted no está logrando solucionar nada sino por el contrario agravando aún más su panorama de estabilidad financiera futura.

Por lo tanto, sus flujos de efectivo empiezan a tener una presión mayor por el lado de los egresos que cuasi borran la palabra ahorro en sus cuentas del presupuesto y se hace más difícil cuando se llega a un punto donde se pide un crédito para cubrir otro; esto sin contar, que de manera inesperada empiezan a llegar gastos que no se tenían contemplados y se convierten en prioritarios y de carácter de emergencia como el cambio de la batería del coche, la plomería para una avería en el sistema de drenaje de la casa o una multa de tránsito, por mencionar algunos de los ejemplos que empeoran la asfixia de nuestro flujo de caja. De esta forma, sería una aventura sin retorno tratar de responsabilizar a otro rubro diferente que al mal manejo del crédito –El crédito per se no es malo, para ello requiero de un espacio igual a este que me permita desarrollar en un nuevo artículo dicha tesis– y a el afán de querer tenerlo ahora, la culpa de mantener los egresos fuera de control, donde no importa cuál sea el ingreso, la posibilidad de ahorrar es casi una rareza.


Así pues, puede que usted se esté sintiendo perdido en los albores financieros, porque ya donde está, tal vez no hay marcha atrás, sin embargo, permítame darle una excelente noticia, no todo está perdido, la situación actual puede revertirse y se puede abonar el terreno para que renazca la idea del ahorro. Lo importante es que usted esté dispuesto a pagar el precio que se requiere para sanear su situación y a conservar la disciplina que ello conlleva.


Javier Andrés Alzate M
Trader-Coach-Fundador
EDUBURSÁTIL

Entradas populares

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *